lunes, 6 de julio de 2009

Orgullo gay vs. minoría uigur en China

Estoy horrorizada por las voces crecientemente críticas contra la democracia. Gente de todos los perfiles expresa nostalgias más o menos explícitas del régimen de Franco y otras dictaduras, con los correspondientes elogios del orden y el progreso que un buen régimen totalitario se supone que conlleva. Afortunados todos los reclamantes porque pueden expresarse libremente por, contra, ante, desde, sobre (y todas las preposiciones) los derechos humanos en Madrid. Iba a escribir “en España”, pero seguro que en un pueblo pequeño de una remota provincia rural española la libertad de expresión no es tan completa.

Este fin de semana han salido miles (¿millones?) a la calle a celebrar el Orgullo Gay en Madrid, lo que incluye tanto homosexuales como heteros animados a participar en la fiesta. Ya lo dije hace meses: el madrileño lo mismo se manifiesta con el Obispo que con el Gobierno: lo que nos gusta es salir a la calle, haga calor o frío.

Igualito que en la ordenada, superproductiva y admirada China, donde han muerto 140 manifestantes musulmanes aparentemente oprimidos por la etnia dominante (90% - 10%).

http://www.elpais.com/articulo/internacional/140/muertos/protestas/minoria/uigur/China/elpepuint/20090706elpepuint_7/Tes .

Digo aparentemente porque dentro de unos días las mentes pensantes de aquí nos dirán que los manifestantes son traficantes de droga, contrabandistas o cualquiera sabe qué, que sus enfrentamientos tienen una base sólo económica y que, en definitiva, los muertos se lo tenían bien ganado.

A lo que vamos: los chinos de una minoría religiosa salieron a la calle y los mataron. Aquí, sales a la calle manifestándote por o contra cualquier cosa (desde la visibilidad de los gays hasta el crimen del aborto, desde el cierre de Garoña hasta la Feria del Libro) y no te pasa nada. En concreto, no te pasa nada que no previeras razonablemente que te pasaría.

Esto les cuento a los que tan apasionadamente hablan de la ley y el orden: en las dictaduras no hay Fiesta del Orgullo Gay, con el consiguiente desorden, ruido y desenfreno, pero que se imaginen a sí mismos como los manifestantes uigures chinos, a ver qué eligen. Está muy bien hablar contra la democracia desde el acondicionado sillón del taxi. A ver qué tal desde la fábrica de camisetas de una provincia perdida la misteriosa China.

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