lunes, 5 de mayo de 2008

Lecciones de Management en Tiempos de Dificultad o el Cuento de Los Tres Cerditos

¿Puede un líder minusvalorar la importancia de un problema, persistir en el error, desunir a sus compañeros y -aun así- permanecer en el poder? La literatura infantil, fuente inagotable de inspiración como inagotable es su público, nos da una desoladora lección en el cuento de “Los Tres Cerditos”.

Tres cerditos que eran hermanos vivían juntos en un bosque. Un buen día, un pajarito les avisó de que un lobo andaba rondando por allí con malas intenciones. El pajarito les dijo “Me temo que esta misma noche el lobo atacará vuestra cueva”. El cerdito mayor tranquilizó al pájaro diciéndole “No te preocupes, amigo, hemos disimulado la entrada de nuestra cueva con hierbas muy altas. Me extrañaría que el lobo pudiera encontrarla”.

Primer error del líder: desoír las advertencias de problemas, confiarse y creer que lo tiene todo atado y bien atado, que el adversario es tonto y que no sabrá encontrar los puntos débiles.

Los cerditos volvieron a su cueva para descubrir una huella de lobo en la misma puerta. Asustados, los cerditos pequeños se volvieron al mayor, “¿Qué hacemos ahora?”. El hermano mayor les tranquilizó “Ningún problema. Vamos a tapar la puerta con piedras muy grandes, y el lobo no podrá moverlas”. Esa misma noche, el lobo llegó a la puerta y empezó a empujar las piedras. Los cerditos tuvieron que emplearse a fondo para sujetar las piedras de la puerta y sólo el esfuerzo conjunto de los tres consiguió retener el ímpetu del lobo.

Segundo error del líder: aunque ve el problema con sus propios ojos, sigue creyéndose infalible y, por no rectificar a tiempo, conduce a los suyos a una situación de tensión. Afortunadamente, la unión del equipo consigue contrarrestar la amenaza, ¡por el momento!

A la mañana siguiente, el cerdito mayor les dice a sus hermanos “Hermanitos, vamos a construir cada uno una casita. Esforzaos porque el lobo vendrá otra vez”. El cerdito mayor se va a la ciudad y contrata un arquitecto, un constructor y todos los materiales necesarios para construir una casa de ladrillo. El segundo hermano junta cuatro tablones, pone unos clavos torcidos y se hace una chabola. El pequeño amontona unas balas de paja y se queda tan contento.

Tercer error del líder, y el más grave de todos: constatada la amenaza que en un primer momento negó, el líder disgrega las fuerzas del equipo y pone a cada persona en solitario a trabajar sin dirección y sin estrategia. “Que cada uno se busque la vida”. Es más, él se asegura la mejor posición competitiva, los mejores materiales y asesoramiento profesional. A veces me pregunto si el hermano mayor ya tenía contratado al arquitecto de antes, porque estas cosas no se improvisan. En fin, divago. Cada profesional usa los recursos de la empresa como le parece (uno compra ladrillos, otro, maderas y otro, paja) y pierden el tiempo miserablemente construyendo cosas que luego no sirven.

Enseguida llega el lobo, y sopla frente a la casa del cerdito pequeño, y a continuación la del mediano. Con los soplidos hipohuracanados del lobo, ambas se derrumban sin dificultad y los dos benjamines acuden a la casa de ladrillo del hermano mayor pidiendo socorro.

El líder lógicamente había construido una casa unipersonal (si se quiere, monoparental), y ahora a ver cómo se las apaña con los dos okupas de sus hermanos. Se han dilapidado los recursos de la familia porcina con la compra de materiales inútiles y se ha perdido el tiempo dedicado a levantar casas que se revelarán ineficaces.

El lobo, frente a la casa de ladrillo, se pone a soplar sin éxito, así que decide trepar por la chimenea. Los cerditos le ponen un caldero de agua hirviendo y el lobo, al bajar por la chimenea, se quema y huye. Cuando los pequeños se ponen a cantar y bailar celebrando la gran victoria sobre el lobo, el hermano mayor les reprende “Espero que hayáis aprendido la lección”.

El director, jefe o rey de taifas que fue incapaz de calibrar el peligro para su empresa (hay un lobo), que siguió negándolo a pesar de verlo (huellas en la puerta) y que preparó una estrategia incorrecta (cada uno, que haga la guerra por su cuenta), que permitió el derroche del tiempo y del dinero de la empresa (tres casas individuales), en lugar de ser destituido deshonrosamente por sus iguales, se permite echarles la bronca y poco menos que la culpa de lo que pasó. No es que sus compañeros tuvieran un comportamiento muy hábil, pero ciertamente el que más se equivocó fue él.

Y vosotros, queridos padres y abuelos, andaréis contando a vuestros atentos escuchantes cómo el cerdito mayor es un ejemplo de responsabilidad, trabajo esforzado y razonamiento cabal. Así se escribe la historia.

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