lunes, 9 de junio de 2008

Descubierto el secreto para impresionar a las chicas

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He hecho una rápida encuesta entre mis amigas y los resultados son claros: ya no nos impresiona que los hombres sean inteligentes, buenas personas, cariñosos o divertidos. No. Ahora lo primero que miramos todas es la muñeca del chico a fin de comprobar si lleva un reloj IWC. Nada puede impresionarnos más. Qué razón tienen los publicistas con esta campaña. Las hay anticuadas que andan todavía buscando un compañero, un amante, un padre para sus hijos. ¡Una panda de perdedoras que no se fijan en los relojes!

No nos ponemos de acuerdo las chicas sobre si nos impresiona más el modelo Ingenieur o el modelo Portofino. A alguna friki le impresiona más el modelo Da Vinci, pero claro, la impresión es libre. Eso sí, tenemos claro todas que, si el chico lleva un IWC en la muñeca, está garantizado que será un buen hombre, con el que compartiremos valores, proyectos y las mejores horas. También garantiza que su madre y futura suegra nuestra vive a 1.500 km. Además, el relojito en cuestión nos da mucha tranquilidad a la hora de presentárselo a nuestra madre, que en su condición de “chica” también quedará gratamente impresionada. Y qué decir de la impresión indeleble de envidia en nuestras amigas cuando le miren la muñeca a tu nuevo novio tonto y antipático … pero provisto de un lustroso IWC.

Chicos, dejad de estudiar, de hacer abdominales y de progresar. Ducharse vuelve a ser voluntario. Ni falta que hace cuidarse, cultivarse o hacerla feliz. Podéis ser asesinos en serie, corruptos o mafiosos, que con un IWC en la muñeca, rendidas a vuestros pies harán cola las damas del lugar. El tamaño queda por fin demostrado que sí importa: el tamaño del reloj.

Teresa, ¿por qué tanta inquina? ¡Sólo es un ingenuo anuncio con una chispita de humor! Mi campaña personal contra esta marca de relojes comenzó en 2000, como respuesta a estos dos anuncios inaceptables por machistas, que salieron en Expansión.

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Ya entonces les mandé una carta de protesta. Omito la patética excusa que recibí por respuesta, que también conservo en mi voluminosa carpeta de reclamaciones. Hay que desterrar este tipo de publicidad. Ahora que dispongo de esta tribuna pública y antes de que me echen de ella, aprovecho y me quejo. Y, sobre todo, no compro.

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